Los israelíes vacunados contra el COVID-19 cuentan sus experiencias
Las diferentes vacunas contra el COVID-19 ya circulan alrededor del mundo. El proceso de inoculación colectiva llevará tiempo, pero ya está en marcha: hasta el momento, más de 40.000.000 de dosis fueron aplicadas en al menos 60 países o territorios, que representan al 61% de la población mundial. Sin embargo, Israel es por un amplio margen el que lleva la delantera en cuanto a porcentajes de la población inmunizada.
A exactamente un mes de iniciada la campaña de vacunación, el pasado 19 de diciembre, cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu se colocó la primera dosis, el país lleva aplicadas más de 2.120.000 inyecciones. Es decir, casi el 25% de la población total ya recibió, por lo menos, la primera de las dos dosis de las que consta el medicamento producido por la farmacéutica estadounidense Pfizer.
Para abril próximo, las autoridades de Jerusalem esperan haber inoculado al 70% de los israelíes y, de este modo, alcanzar la inmunidad de rebaño. En este sentido, el medio Ynet Español habló con tres ciudadanos que recibieron una o las dos inyecciones, quienes contaron sus diferentes experiencias: efectos secundarios, turnos, centros de vacunación, confianza en la vacuna y más.
Ester nació hace 63 años en Buenos Aires, Argentina, pero hace 43 que vive en Israel, más precisamente en la ciudad de Ra’anana. Trabaja en la Embajada de México (establecida en Tel Aviv) y ya se aplicó las dos dosis necesarias para alcanzar la inmunidad total contra el coronavirus.
“No tenía ninguna duda sobre la efectividad de la vacuna, por lo que rápidamente saqué turno para colocármela. Alrededor de todo el país se armaron y equiparon distintos centros para que las personas acudan a vacunarse. A mí, por ejemplo, me tocó en Tel Aviv”, explica Ester.
Al contar el proceso de aplicación de las dos dosis, Ester relata: “El trámite fue muy rápido, los centros están bien organizados. Habré tardado alrededor 10/15 minutos”.Y agrega: “En los días posteriores a la inyección no tuve ningún problema o contraindicación”.
El marido de Ester, Izik, tiene 65 años y es oriundo de Ra’anana. Trabaja en logística de envíos internacionales y su experiencia fue similar a la de su esposa. “Él tampoco tuvo efectos secundarios. Si bien tenemos conocido que sí transitaron algún malestar, como fiebre, cansancio generalizado o dolores en el cuerpo; nosotros lo llevamos bien”, cuenta la argentina, que también tiene la ciudadanía israelí.
En cuanto la campaña de vacunación, Ester se muestra muy satisfecha y asegura que, en términos generales, la sociedad ha mostrado interés por ir a vacunarse. Tras recibir la segunda dosis, los ciudadanos reciben un pasaporte verde que certifica la posibilidad de viajar al exterior y moverse sin restricciones.
Gai, nacido en Beerseba (al norte de Tel Aviv), tiene 35 años y es profesor de Marketing en el Holon Institute of Technology, una universidad pública ubicada en la ciudad de Holon. De chico vivió un tiempo en Bahía Blanca, Argentina, para luego retornar a Israel y establecerse de manera definitiva.
El caso de Gai es distinto al de Ester, ya que él accedió a la vacuna por formar parte del grupo de riesgo. “Tengo distrofia muscular, por lo que le pedí a mi médica que me hiciera una orden para poder sacar turno y colocarme la inyección”, afirma el profesor, en exclusiva para Ynet Español.
Se aplicó la primera dosis hace dos semanas y la semana entrante asistirá a recibir la segunda. “Por mi enfermedad, estoy sin salir de mi casa hace un año. No veía la hora de vacunarme”, cuenta Gai. Y añade: “Por el momento no tuve ninguna reacción o molestia. Me sentí perfecto. Veremos qué pasa tras el refuerzo”.
Daniel Rapaporte tiene 62 años y también es nacido en Argentina, más precisamente en Bahía Blanca, donde vivió 38 años. En 1997, decidió hacer aliá -término utilizado para llamar a la inmigración judía a Israel-, ya que quería que sus hijos se criaran en allí.
Al llegar al país, Daniel se instaló en Tel Aviv y actualmente lleva adelante un emprendimiento de café. Sin embargo, debido a los diferentes cierres impuestos por las autoridades para reducir los contagios, desde septiembre que no puede trabajar.
El argentino se dio la primera inyección el 2 de enero, y el próximo sábado 23 se aplicará el refuerzo. “Yo me coloqué la vacuna por un tema de conciencia. Estoy sano, fuerte y quiero volver a vivir tal como lo hacía antes de la pandemia. Me dijeron que para eso me tenía que vacunar, así que lo hice. Si tengo que comer tierra para salir de esto, como tierra. Quiero ser libre de mis actos, volver a viajar, salir con amigos, ir a un restorán, ver a mis nietos. Todo eso me hace falta”, asegura.
A Daniel -que tampoco tuvo ningún dolor ni contraindicación- le tocó asistir a uno de los centros de vacunación más grandes de Israel, ubicado al norte de la ciudad de Tel Aviv. “Me llamaron desde la obra social y me dijeron que por mi edad tenía la posibilidad de inmunizarme. No lo dudé”, agrega para Ynet Español.
Si bien reconoce la efectividad de la campaña de vacunación que están llevando a cabo las autoridades, el emprendedor cree que “Netanyahu está usando el tema para hacer campaña”, ya que en marzo los israelíes deberán acudir a las urnas a votar.
A pesar de ser el país del mundo con la mayor tasa de vacunación, Israel se encuentra transitando uno de los peores momentos en cuanto a cantidad de infectados desde que inició la pandemia. Hace días promedia 9.000 casos diarios, por lo que las autoridades de Jerusalem estudian imponer un cierre nacional hasta fines de enero. Se espera que el masivo plan de vacunación (que consta de 150.000 inyecciones al día) empiece a tener efecto dentro de 30 o 45 días.
Vía YNet Español