Max Glücksman, el descubridor de Carlos Gardel
Fue un pionero en las industrias cinematográfica y discográfica argentinas, su historia atraviesa la cultura popular nacional. Por ejemplo, si uno se acerca hasta la bellísima librería El Ateneo en la Avenida Santa Fe, lugar de culto para bibliófilos y turistas, en su interior, en el marco superior del imponente escenario se conserva un medallón con las letras MG. Son sus iniciales que reposan desde que fundó esta joya arquitectónica en 1919 como cine y teatro Grand Splendid.
Su espíritu creativo lo llevó a experimentar con las novedades tecnológicas del siglo XX. Manipulaba una máquina fotográfica de fuelle y revelaba sus fotos en un cuartito de su casa, pero estaba fascinado por el naciente cinematógrafo. Así filmó un noticiario cinematográfico argentino que durante varios lustros registró personas y hechos que conmovían el país. Luego produjo los films pioneros en la industria nacional: La bandaera Argentina y El fusilamiento de Dorrego.
Comprometido con este nuevo lenguaje, constituyó una cadena de casas “Max Glücksman” con artículos fotográficos y creó también una cadena de salas de cine que en 1930 habían llegado a ser setenta, ubicadas en Buenos Airees, en el interior del país y en países vecinos.
Siempre sensible a la innovación, Glücksman puso su grano de arena en la naciente industria fonográfica, habiendo instalado en el entrepiso del Grand Splendid una sala de grabación. Allí fue donde eternizó por primera la voz del Zorzal Criollo, Carlos Gardel. “Don Max fue mi Colon y mi Juan de Garay”, reconocía Gardel, hoy un personaje célebre y mítico de nuestra cultura popular. “Cuando nadie creía en mí, él aventuró una ponchada de pesos haciéndome grabar mis primeros discos. Salían despacio, pero salían. Pronto inundaron el país. Después América”,
Además de su aporte invaluable en las nacientes industrias, Glücksman tuvo una intensa participación en la vida comunitaria judía argentina. Presidente de la Congregación Israelita de la República Argentina desde 1922 hasta su muerte, fue artífice de la construcción y la inauguración de la actual sede de su templo en la calle Libertad el 10 de julio de 1932. Y desde la Congregación participó de la creación de una cantidad de instituciones judías de beneficencia.
Nacido en Chérnovitz, Rumania, en 1875, Max Glücksman llegó a los 15 años a Buenos Aires y falleció el 20 de octubre de 1946. A setenta años de su muerte, recordamos su obra y legado.
Fuentes:
“Vida judía en la Argentina. Aportes para el Bicentenario”. Editado por el Ministerio de relaciones exteriores, comercio y culto y AMIA 2010
“Sitios de la memoria: protagonistas y forjadores de la Comunidad Judía Argentina”, Eliahu Toker y Ana Weinstein, Ed. Milá, Buenos Aires, 2005
Nota aportada por el Centro de Documentación sobre Judaísmo Argentino “Marc Turkow” centro@amia.org.ar
Muy bueno el artículo de Max Glucksman. También habla muy bien de él y su relación con Gardel Pedro Orgambide