Cuentos para chicos escritos por los mayores
Son amigas y compañeras. No se conocen de toda la vida pero comparten un código en común. Todos los miércoles y jueves, desde hace seis años Regina Schwarz (90) y desde hace cuatro Martha Liliana Sevlever (91) concurren al Taller de Narrativa del Centro Integral para Adultos Mayores (CIAM) Jofesh de AMIA.
Este año el espacio, dirigido por el profesor Amelio García, que forma parte de las propuestas de talleres regulares que funcionan todo el año en el CIAM, presentó su revista anual “De nosotros. Historias para Niños», que en esta oportunidad está íntegramente destinada a los chicos.
El material, que se distribuye gratuitamente en Jofesh o se puede descargar en este link, está compuesto por 15 relatos escritos por los adultos mayores que concurren al taller. Además de Martha y Regina, participaron en esta edición: Eduardo Galker, Guillermo Szac, Raquel Wisniak, Cecilia Rubinstein, Marta Mirochnik, Celia Hochman y Besi Bruschstein Z´L (a quien dedicaron la publicación, incluyendo un cuento de su autoría).
En “De nosotros…” las amigas escribieron juntas “El molino”, entre otros textos individuales. “Ella puso el argumento y yo el lenguaje”, explica Martha, quien descubrió en los talleres de Jofesh su pasión por la escritura. “Escribía correctamente -cuenta- pero no de forma literaria. Me dedicaba a la parte de matemáticas, porque estudié química”.
Martha llegó a Jofesh hace 6 años a través de su consuegra y se “enganchó” mucho más que ella. Regina era secretaria comercial y antes de participar del taller no había escrito más que una composición para el colegio. Aunque reconoce que le cuesta escribir, disfruta del taller; así como de las clases de tai chi, gimnasia y psicología. Jofesh es, desde hace 8 años, su “segunda casa”. “Al quedarse uno solo, esto es lo mejor que me pudo hacer pasado. No le da paso a los malos pensamientos”, explica.
Si bien las dos eran socias de AMIA, redescubrieron el lugar al involucrarse en el Centro Integral para Adultos Mayores, un espacio que les brinda la posibilidad de seguir desarrollándose, a la vez que tienen una red social donde forjar nuevos vínculos.
Martha reconoce que hizo unas cuantas revisiones de sus textos hasta estar conforme: “No me importa hacer el escrito 40 veces con tal de que quede razonable.”. Regina afirma que “la revista se hizo con mucho amor”. Ambas disfrutan al ver el producto terminado y compartirlo. Quizás también lo publiquen en Facebook, donde cada una tiene su perfil, o Martha avise por Whatsapp a la familia que ya tiene su ejemplar, pero eso es más difícil, porque todavía no sabe cómo poner los acentos y ella es muy perfeccionista.
El molino
Por Regina Schwarz y Martha Sevlever
Tras un sinuoso camino
y cien árboles añejos,
se dibujaba a lo lejos
la figura de un molino.
Muchos chicos en bandadas
con su carita sonriente,
inundaban el ambiente
con risas y carcajadas.
¿Hacia dónde correrán?
preguntó un viejo vecino,
dicen que van al molino
dicen que al molino van.
Algunas rondas formaban,
cantar y danzar solían,
los chicos se entretenían
mientras las aspas giraban.
Pero ¿qué ocurrió un buen día?
la tarde quieta pasaba,
el silencio dominaba
ni una hoja se movía.
Serio y triste enmudeció
aquel molino ese día,
sin ninguna melodía,
mudo, mudo se quedó.
Preguntaron: ¿qué pasó?
muchas voces preocupadas;
las aspas duermen calladas
¿el molino se rompió?
A un experto convocó
todo el pueblo acongojado
cuando lo hubo revisado
el sabio les informó:
No hay nada que reparar
motivo no hay de lamento;
¡sólo depende del viento
que se le ocurra soplar!