Un niño de 4 años como símbolo nazi
La principal estrategia de la propaganda del régimen Nazi (1933-1945) fue crear un enemigo único a quien culpar de los problemas que aquejaban a Alemania, tanto económicos como sociales y morales. Los judíos se convirtieron en el principal blanco, lo que dio lugar al aumento de la cultura popular antisemita.
Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania Nazi, prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, tanto alemanes como extranjeros, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno.
Con frecuencia en tiempos de la guerra, se podían ver carteles que describían a los judíos como responsables de ella y los acusaban de estar detrás de los Aliados.
En 1936 Gerhard Bartels, con tan solo 4 años, conoció a Hitler y se transformó en un símbolo del nazismo. Todo comenzó con la amistad que su tío Isidor Weiss forjó con Adolfo Hitler durante la Primera Guerra Mundial, posibilitando el encuentro y el retrato del niño junto al mayor genocida conocido por el mundo.
En un encuentro casual el pequeño debió posar para la cámara junto al jefe Nazi. Al ver la foto los encargados de la propaganda gubernamental decidieron usar el rostro del niño de tez blanca y ojos azules como símbolo de la pureza de la raza aria. De repente su cara apareció en postales, libros y afiches de campaña. La propaganda promovía una ideología que demonizaba a los enemigos del Partido Nazi, en particular, judíos y comunistas.
80 años después Bartels habló por primera vez., recordando que ese día sus padres le pusieron el mejor traje que tenía: «No tenía permiso para jugar con los otros niños para no ensuciar mi ropa. Fui utilizado para mostrar el amor de Hitler por los niños”, expresó.
Heinrich Hoffman fue el fotógrafo del encuentro entre el dictador y el pequeño. “Me eligieron porque obviamente encajaba con lo que Hitler pensaba que debía ser un niño ario», reflexionó Bartels. Además, señaló: “Incluso a esa corta edad, en lo profundo, sabía que estaba siendo manipulado”. La propaganda nacionalsocialista surtió el efecto que se esperaba.
Durante una entrevista con el diario británico Daily Mail dijo: “Hitler era un gangster. Los Nazis me usaron con fines de propaganda. Pero todos los dictadores hicieron lo mismo, desde Mussolini a Stalin”.
La Shoá, el Holocausto, nos convoca a realizar un ejercicio de memoria constante para que nunca más pueda repetirse.