Un especial homenaje en la maratón de Washington
Mauricio Fabián Weinstein tenía 18 años cuando fue secuestrado durante la Dictadura Militar argentina en 1978. En este entonces estudiaba en la Escuela Superior de Comercio «Carlos Pellegrini». La misma noche que él, fueron secuestrados varios alumnos de sus respectivas casas y llevados al campo de concentración llamado «El Vesubio», según el relato de algunos sobrevivientes.
Mauri, como lo llaman su familia y amigos, militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y estaba de novio con Déborah Benchoam, quien también fue secuestrada junto con su hermano, poco antes que Mauricio, quien pasa, entonces, a vivir casi en la clandestinidad, comunicándose con sus padres de vez en cuando, a través de llamados en los que cambia de nombre.
Se las arregla para enviar cartas y chocolates a Déborah (“Cuando te vea no quiero besarte. Porque si te beso no puedo verte, y si no puedo verte me muero”), a través de la abuela de ella. En el verano del ’78 su padre Marcos lo convence de ir con una casa rodante al Brasil con el resto de la familia y una vez allí le propone que no vuelva, que ponga distancia con la dictadura militar argentina. Él se niega a abandonar a sus afectos y su compromiso político.
El 18 de abril de 1978 un grupo de tareas entra en el departamento de la familia Weinstein y los obliga a que lo lleven al consultorio donde estaba escondido Mauricio. En medio de la noche, lo secuestran y trasladan a un centro clandestino de detención y torturas. Probablemente lo hayan asesinado a fines del mes de julio del mismo año.
Su familia nunca abandonó el reclamo de “Memoria, verdad y justicia” y la ausencia de Mauricio los marcó por siempre. Hace algunas semanas tuvieron la oportunidad de rendirle un sentido homenaje cuando su primo, que no llegó a conocerlo, corrió en una maratón en la ciudad de Washington, Estados Unidos. Para participar del evento tuvieron la original idea de hacer una remera especial que tenía la foto de Mauri, su nombre y la consigna: “We will never forget (Nunca olvidaremos) Desaparecidos argentinos”.
Para su sorpresa, el público comenzó a alentar al maratonista con el nombre “Mauricio”, haciendo del singular homenaje un recuerdo colectivo. Porque el reclamo es permanente y es una herida que se siente profundamente y traspasa distancias, culturas y generaciones.