Roma estudia el legado oculto de los sefaradíes
En una mesa redonda celebrada en Roma por el Instituto Cervantes y el Centro de Cultura Judío, un grupo de expertos rescató del legado oculto de los sefardíes.
En 1492, presionados por la Inquisición, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón firmaron el decreto de expulsión de los judíos de sus reinos. El inicio de esta tragedia con el tiempo se convirtió en enriquecimiento, sobre todo, para el Imperio Otomano donde se refugiaron los sefardíes, influenciando a los países que los acogieron.
Según Giacomo Saban, profesor y experto en cultura judía en Estambul, los otomanos favorecieron el establecimiento de los judíos españoles en su Imperio y hasta se habló de un sultán que mandó sus naves para recogerlos.
Los judíos, que hablaban castellano ya que la mayoría procedían de Castilla, fundaron grupos, crearon sinagogas (que llamaron «De Castilla», «De Toledo», «De Sevilla»), introdujeron la tipografía y potenciaron los progresos técnicos.
También recalaron en otros países mediterráneos, especialmente en los del norte de África, en Italia, en Holanda y en Portugal. En este último reino pudieron practicar su fe con tranquilidad en privado hasta el 1520, año en el que Portugal pidió a Roma la reinstauración de la Inquisición, que se produjo en 1536.
Diversos exilios y migraciones hicieron que la propia cultura se mezclara con otras diferentes. La leyenda dice que 600.000 sefardíes tuvieron que huir, la misma cantidad de judíos que habría comenzado el éxodo de Egipto hacia Israel junto a Moisés. Myriam Silvera, profesora de Historia Hebrea en la Universidad de Tor Vergata de Roma, aclara que esta es una cifra simbólica y que, en la actualidad, el cálculo real de personas expulsadas se sitúa en los 170.000.
Más allá del número, la comparación intenta reflejar el impacto que tuvieron uno y otro evento en la historia del pueblo. Los dos hablan de exilio aunque con significados muy distintos, puesto que uno fue voluntario y el otro forzado.
Fuente: Agencia EFE