Origen y desarrollo de la Comunidad Judía en Argentina

Colonos Judíos

Argentina se ha ido estructurando con la presencia de los diferentes grupos de inmigrantes que se fueron radicando en todos los confines de su territorio. Uno de esos grupos inmigratorios fue el de los judíos, que llegaron y desplegaron su accionar desde su particular memoria histórica, cultural y religiosa.

En el contexto de la política de promoción inmigratoria que la Argentina propiciaba, la presencia de inmigrantes judíos se registra en los años `60 del siglo XIX. Por aquel entonces, comienza en la Ciudad de Buenos Aires la vida organizada, cuando un reducido grupo de pioneros judíos de origen francés, alemán e inglés, arribados individualmente, crean en 1862 la Congregación Israelita. Inspirados por el deseo de encontrar un espacio propio en la sociedad para ejercer sus tradiciones y rituales religiosos vinculados principalmente con casamientos, registro de nacimientos y sepultura judía. Estos primeros inmigrantes judíos fueron seguidos por otros provenientes del Marruecos español, los cuales crearon su comunidad en 1890.

Barco con inmigrantes judíos

Más allá de lo realizado por esos pequeños grupos pioneros, el momento más comúnmente mencionado como aquel que marca el verdadero comienzo de la vida judía en nuestro país corresponde a la llegada de más de 120 familias en el vapor Wesser, el 14 de agosto de 1889, como primer contingente organizado. Este grupo de inmigrantes judíos venía escapando de la Rusia zarista, dándole origen a la singular experiencia de la Colonización agrícola judía en la Argentina, la que por su trascendencia e impacto, ocupa un lugar destacado en el relato histórico argentino y en el de la historia judía moderna.

Sociedad Cooperativa Agrícola – Barón Hirsch

Esta trascendencia está íntimamente relacionada con el Barón Mauricio Hirsch, filántropo judío alemán que creó la Jewish Colonization Association (JCA), la cual permitió la salida de miles de judíos oprimidos de Europa Oriental hacia regiones en las que podrían vivir en libertad. De esta manera, creó decenas de colonias agrícolas en diferentes provincias del país, facilitando a su vez a los colonos el acceso a la tierra, a las herramientas de trabajo y a una vivencia comunitaria que incluía la escuela, el centro sociocultural y la sinagoga.

Con su ayuda se fundaron, entre muchas otras, las colonias de Moisés Ville en Santa Fe, Mauricio y Rivera en la provincia de Buenos Aires y Basavilbaso en Entre Ríos. El vínculo que desarrollaron los colonos judíos con la tierra y el folklore argentinos inspiraba su ilusión de establecer por generaciones su retorno al contacto con el campo, acomodándose a la cultura local.

Moisesville – Colonos trabajando el campo

En el contexto urbano, desde fines del siglo XIX, se fue registrando la llegada masiva de inmigrantes judíos provenientes de Europa Oriental y Central, de países de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente. La afluencia fue muy significativa en las primeras décadas del siglo siguiente; con una irrupción durante la Primera Guerra Mundial. Se reinició intensamente entre los años `20 hasta fines de la década del `30, época en la que se fueron reduciendo las posibilidades inmigratorias, a pesar de la urgente necesidad que tenían los judíos perseguidos por el avance del nazismo en Europa de encontrar un nuevo hogar donde refugiarse. Este proceso inmigratorio judío a la Argentina prácticamente finaliza con la llegada de sobrevivientes del Holocausto a fines de la década del `40.

Los diferentes grupos inmigratorios poseían características totalmente diferentes dado que trajeron consigo la cultura, la lengua y las costumbres propias de sus países de origen. Sin embargo, compartían su adhesión al judaísmo con los rituales, valores y su tradición milenaria que la religión implica.

La vitalidad creativa de los inmigrantes judíos urbanos se fue organizando a través de las iniciativas personales y las instituciones que se dedicaron a atender las necesidades de los integrantes de la comunidad, en los diferentes momentos y etapas que éstos iban atravesando.

Acta de Inauguración de AMIA

Es así que para ayudar a resolver las situaciones que tenían que afrontar los inmigrantes recién llegados, se creó en 1894 la Jevrá Kedushá, hoy aún existente bajo el nombre de AMIA. A través de ella se desplegó una ayuda mutua solidaria para el sustento económico, para la creación de escuelas y centros culturales y para facilitar la articulación con la sociedad general, de la que comenzaba a ser parte.

Se crearon sinagogas aschkenazíes y sefaradíes, escuelas idishistas y hebraistas, agrupaciones políticas judías socialistas, anarquistas, sionistas y tradicionalistas, sindicatos judíos adheridos al movimiento obrero nacional, periódicos en castellano, idish, hebreo y alemán (que publicaban literatura argentina traducida a esos idiomas y literatura judía traducida al español), centros sociales y asistenciales, centros culturales y deportivos, bibliotecas y teatros. Todas ellas tenían como misión acompañar la integración de los miembros de la comunidad judía a la sociedad general, preservando al mismo tiempo su particularidad judía, sus valores, ideales, folklore, tradición, ritual religioso y la estrecha relación con Israel como Estado judío.

Comercio Judío

Los inmigrantes judíos en los años de inmigración masiva empezaron en general insertándose en los niveles más primarios de la actividad económica, como vendedores ambulantes, obreros y artesanos. El ascenso económico y social promovido básicamente por la educación y el desarrollo socio económico del país, les permitió, junto a los otros miles de inmigrantes, una rápida desproletarización y una creciente inserción en la clase media, un progreso que los ubicó mayormente en las ramas de las actividades comerciales, industriales y profesionales.

A lo largo de este casi siglo y medio de vida judía organizada en la Argentina, las generaciones de descendientes de todos esos inmigrantes se convirtieron en parte constitutiva de la sociedad argentina y partícipes activos de la modernización industrial, el desarrollo de las ciencias, el avance de la educación, el florecimiento de la literatura, la música, las artes plásticas, la radiofonía, la televisión y de muchos ámbitos más.

Desde todos ellos, la Comunidad Judía de la Argentina, la sexta en importancia en el mundo, sigue hoy aportando su mejor esfuerzo al servicio del bienestar colectivo, a la construcción del país y al fortalecimiento de una sociedad democrática, pluralista, justa y basada en una coexistencia que encuentre en la diversidad y el pluralismo, un valor a honrar.

¿Sabés qué parientes tuyos fueron los primeros en llegar a la Argentina? ¿Dónde se asentaron? ¿Cuáles eran sus tareas? ¿Cómo se adaptaron a la cultura local? ¿Conocés alguna de las Colonias Judías del interior del país a las que llegaban los colonos?

 

 

Fuente:
– “Vida judía en Argentina: aportes para el Bicentenario” coordinado por Magdalena Faillence. Proyecto Curatorial, contenidos y producción: Elio Kapszuk – Ana E. Weinstein
– Fotografías pertenecientes al archivo del Centro Marc Turkow