Apellidos con historia

Todos tenemos un apellido. Cada apellido tiene su propio peso, nos identifica y nos genera el orgullo de ser parte de una familia en particular. Además, cada uno es portador de vínculos consanguíneos, uniéndonos a personas dispersas por el mundo.

La historia de los apellidos y sus significados crea un apasionante universo que lleva a preguntarnos por qué, cómo y cuándo nuestros antepasados comenzaron a llamarse de determinada manera. Es por esto que adentrarnos en el origen de los mismos requiere comprender en primer lugar el significado de la palabra correspondiente a cada apellido, seguido de conocer el motivo de la elección de dicha palabra como portavoz familiar y, por último, encontrar información sobre la historia cultural escondida en los mismos.

Los apellidos judíos en Europa oriental en la mayoría de los casos no tienen más de 200 años de historia. La asignación de los mismos surgió durante el proceso de modernización de las sociedades europeas de los siglos XVIII y XIX, a través de la necesidad de censar y de administrar los impuestos de la población. Hasta esos momentos, las personas usaban su nombre seguido de una referencia al padre, como por ejemplo Abraham ben Itzjak, es decir, Abraham hijo de Itzjak. A su vez, en algunos casos, se solía agregar alguna referencia al lugar de nacimiento del mismo.

Debido a leyes dictadas por las autoridades de las zonas donde vivían los judíos, sus apellidos fueron designados en poco tiempo. En 1797, una ley en territorios austro-húngaros estableció el fin de la adopción de nombres basados en lugares o en lengua judía. Las familias judías debían optar por nuevas denominaciones, consultando a autoridades comunitarias, para luego ser aprobadas por el rabí local. Una vez que dicho proceso finalizaba, presentaban sus potenciales nombres a los miembros de la comisión militar antes de comenzar a utilizarlos.

Para simpatizar con los gobernantes y las autoridades del momento, y dado el prestigio que suponía en aquellos tiempos la cultura alemana, sumado a la similitud con el idisch, muchos apellidos fueron expresados en germano. Los mismos adoptaron significados relacionados a tradiciones, ocupaciones y nombres, entre otros. Sin embargo, cabe destacar que a los hermanos que vivían en diferentes domicilios no se les indicaba que adopten apellidos similares.

La adopción de apellidos judíos contó con la influencia de distintas variables, pero en términos de idioma la dependencia era directa a la nacionalidad de las autoridades en el momento del apellidamiento y a la relativa influencia de las potencias comunitarias.

¿Conocés el origen de tu apellido? ¿Sabés de qué idioma proviene? ¿Representa una ocupación, una tradición, un nombre o tiene otro significado? ¿Tu apellido mantiene la forma original o fue modificado?

Fuente: Edelstein, Benjamín. “Diccionario de apellidos judíos. Su etimología, variantes y derivados.” Editorial Dunken, Buenos Aires, 2003.